510. La paja que Thiago (o "No era una pregunta")

Posted by Thiago | Posted in , | Posted on 6:00

Hoy vamos a variar. Casi por primera vez en este blog, un post que se puede leer. Leer y oir. Tienes la versión texto y la versión audio. Tu eliges. Espero vuestros comentarios para saber si esta experiencia es interesante y vale la pena repetirla. Me gustaría recibir comentarios incluso de esos que no dejan nunca un comentario.


"Tenía yo 18 años o todavía no, no lo recuerdo bien. Y acababa de ver mi primera película gay. La protagonizaba un tal Jeff Palmer y estaba llena de leche. Se corrían dentro de la boca y el culo sin condón, la leche flotaba en el ambiente, salía a raudales de aquellos enormes pollas. Me puse a mil. Así que después de hacerme un pajote me fui a la playa, tenía ganas de ligar y ver si, en la realidad, el amor gay era tan apetitoso como en las pelis. Hacerme una paja no me había aliviado. Al revés, como siempre después de la primera tenía ganas de más. Había oído que en las dunas se producían encuentros para aquel tipo de urgencias que yo tenía. Sexo sin amor, pero es sexo al fin y al cabo. Sexo en aquel verano que recuerdo a veces. Fue bonito también, a veces. Otras no. Yo empezaba a ser. Empezaba a ser gay, empezaba a ser hombre, empezaba ese año la universidad…

Apenas tuve tiempo de colocar la toalla en la playa, cuando lo vi. Creo que era domingo o sábado, o tal vez no. Al verlo empecé a contar mal mi calendario y aún no lo he vuelto a organizar. Yo estaba desnudo en mi toalla y pasó por el camino cercano observando. Era un joven muy guapo, muy muy guapo y con un tipo impresionante a pesar de que parecía más joven que yo. Iba en bañador sin camiseta. No creo que tuviera más de quince años, a pesar de lo cual tenía unas piernas muy recias y un cuerpo muy marcado. Su pelo era rubio y lo llevaba un poco largo con un peinado no muy a la moda lo que indicaba que no era el típico gay. Tenía apenas una pelusilla por el estómago muy bien distribuida. Me enamoré al instante.

El se quedó parado frente a mí, mirándome intensamente sin atreverse a hacer nada. Se le veía más tímido que yo incluso, pero yo le debía de gustar pues no quería soltar la presa. Me miraba con interés. Yo tampoco podía dejar de mirarle, mientras mi polla, completamente erecta ahora, se mostraba en todo su esplendor. Esbocé un tocamiento completamente innecesario, pues estaba claro lo que el chico quería.

Al acercarse otra persona, un señor mayor, mi jovencito se alejó con cara de contrariedad. Pensé que no lo volvería a ver, pero no pasó ni un minuto cuando de nuevo lo tenía allí delante de mí, y de nuevo volvió a mirarme con ganas. Yo estaba ya completamente cachondo. Y si no empecé a masturbarme a su vista fue porque había por allí otros dos tíos más que lo estaban siguiendo. Pero cuando estos comprendieron que el tema ya estaba cerrado entre nosotros, se marcharon. El, sin bajarse su pantaloncito, empezó a masturbarse mirando para mí, levantándose un poco una de las piernas del escueto bañador pude ver por allí el comienzo de un buen rabo. Yo me levante y no tardé en acercarme y ponerme de rodillas. Cuando bajo su pantalón completamente y vi todo aquella polla, pensé que me había tocado la lotería. El chico estaba impresionante y el rabo era tremendo. Empecé a chupar con ganas y a él le gustaba porqué se empalmaba más y más. No me la podía meter entera de lo grande que era, aunque de gorda me entraba bien. La llené de saliva; nunca tanta saliva había salido por mi boca. El me tocaba la mía con las piernas y parecía contento con mi mamada. Le dije un par de veces, sin parar de chupar, que me encantaba su polla, y él lo agradecía.

Estuve de rodillas un buen rato, pero luego me levanté ofreciéndole mi culo allí mismo; puso su nabo entre mis piernas y mientras simulaba una penetración, me preguntó “¿señor, tiene un condón y le follo?”. Aquella frase me conmovió y me hizo gracia al mismo tiempo. Me hizo gracia que me llamara señor, cuando yo apenas tenía 18 años y me conmovió su ofrecimiento, cuando estaba claro que no lo había hecho nunca… Pero a ambas cosa dije que si. Juro que me alegró que me pidiera un condón, porqué si no lo hace estoy seguro que me dejo follar a pelo allí mismo según había visto en la película que había visto anteriormente. Así que nos fuimos hacia mi toalla mostrando nuestra mutua excitación. Allí él cogió un cigarro y yo el condón, mientras pude mirarle mejor aquellas maravillosas piernas que tenía, aparte de un culo impresionante que soñaba comerme. Cogí mi condón y me indicó que nos fuéramos hacia un pinar más discretas, allí eligió un sitio debajo de un pino desde el que veíamos las olas…

Una vez colocados, nos sacamos de nuevo los bañadores y, de nuevo, apareció ante mí su rabo en todo su esplendor. El niño estaba impresionante. Aunque no estaba muy moreno, su piel era suave y de calidad, no tenía ni un grano ni una mácula y de un color precioso, Su pequeño cuerpo era absolutamente masculino y además de cara era guapo con aquella polla tan impresionante, grande y limpia. No se todo el rato que pude estar chupando aquel nabo; él me pedía más y más y me decía: “cómemela toda y luego te follo a cuatro patas”; yo estaba como poseído, chupaba y ensalivaba sin parar, y no dejaba de gemir y suspirar; le decía lo que me gustaba su rabo y eso le encantaba. Su rabo no dejó de estar a tope todo el rato mientras yo babeaba. Además me masturbaba con un pié.

En ese momento, me pidió que le pusiera el condón y así lo hice aunque tardé un poco más del debido. Sin embargo no bajó su excitación en lo más mínimo. Me pidió que me diera la vuelta y que pusiera el culo más en pompa; y yo estaba como alucinado de que aquel imberbe manejara la situación con tanta soltura. Ahora pensaba mientras me colocaba que aquel angelito tenía mucha más experiencia de la que yo había imaginado y, desde luego, mucha más que yo. Me estuvo ajustando en la posición que le parecía más conveniente y sin muchos miramientos me la insertó. Sentí una punzada de dolor, no tanto como yo pensaba que se notaría, pero aún así noté un pellizco de no haber entrado bien y me aplasté contra la toalla. Me estaba haciendo daño, pero enseguida la sacó y me puso dos dedazos de saliva. Entonces volvió a empujar y ahora entró de lleno, a tope, hasta los huevos, sin dolor ninguno; al revés, el placer era enorme, me sentía en la gloria mientras él entraba y salía de mi ano. Tuve que pedirle que me dejara comprobar que estaba toda dentro y paró un momento. Yo palpé con mis dedos su rabo y efectivamente, se encontraba totalmente dentro de mí. Fue algo increíble. Una sensación única de entrega total, de que mi cuerpo era el vehículo de su placer y que se había adaptado perfectamente a aquella enorme polla.

No sentía ya nada de dolor, solamente un calor tremendo me invadía y mi entendimiento se iba nublando, casi perdí el sentido mientras comprendí de golpe toda la belleza y armonía del universo. Aquel rabo moviéndose rítmicamente dentro de mi ser era dios o algo muy parecido; podría estar así toda una vida. El entraba y salía una y otra vez. A veces la retiraba entera para luego atacar de nuevo con más ímpetu… Finalmente, entre convulsiones se corrió dentro de mí y yo solté mi propia leche entre estertores en mi toalla.

Sacó su rabo y me enseñó el condón lleno de su semen. Se quedó allí sentado con su polla aún goteando mirando como yo, todavía excitado, me masturbaba de nuevo, como hago ahora al recordarlo, como hago cada día desde entonces al recordarlo..., sí, sin remedio, sin poder evitarlo, ahhh, ahhhh siiii, “me corro, me corro, ya me viene…” grité aquel día como ahora estoy gritando. Y así, me volví a correr, soltando un chorro de leche como el que ahora decora mi estómago. ¡Uf!

Nos quedamos así un buen rato, juntos, sonrientes, exhaustos. “No me llames señor más”, -le dije. “Me preguntaste por fuego, pero tienes un mechero”. “No era una pregunta”, me contestó enigmáticamente, mientras aún lo tenía entre las piernas. Después dijo la típica frase de “ahora un bañito en el mar para relajarnos”, y nos fuimos desnudos hacía la orilla. Allí entre las olas, se puso de nuevo detrás de mí y empezó a restregarme su polla, de nuevo en forma contra mi culo, como demostrándome lo mucho que le había gustado poseerme y con ganas de mas mientras musitaba “¡ah! ¡Qué gusto!”.

Aún me dio tiempo a echar algunos vistazos a aquellas columnas que tenía por piernas y pensar, riéndome por dentro, que como las del templo, aquellas columnas habían temblado mientras mi particular Sansón se corría en el interior de mi cuerpo.

Lo he buscado de nuevo en la playa, pero no lo he vuelto a ver."


Idea original y fotografía y vídeo: AntWaters Daza
Texto y locución: Thiago.

Y, en fin, a petición del público, vuelvo a colgar el vídeo. Ahora el post se puede leer, oir, y también ver.

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